INFORMACIÓN y CONOCIMIENTO.
Quizá sea una osadía por mi
parte pretender explicar que, poseer mucha información, no implica tener muchos
conocimientos. Para ello utilizaré como fuente principal, a la vez que hilo
conductor, un artículo publicado en la revista digital Teoría de la Educación,
Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, TESI.
Esta publicación se fundó en
1998, y su campo de estudio es el impacto cultural del desarrollo de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación
en los procesos de formación, el imaginario cultural, los discursos educativos,
los escenarios de la formación, y las prácticas pedagógicas. La sede
institucional de la revista es el Instituto Universitario de Ciencias de la
Educación de la Universidad de Salamanca.
El artículo al que me
refiero tiene por título “Sociedad del Conocimiento y entorno digital”, y su
autora, la profesora de la Universidad de La Laguna, Tenerife, Clara Barroso Jeréz; publicado el
30 de Noviembre de 2013.
En el resumen del mismo
expone cómo los instrumentos informáticos han posibilitado el acceso a la
información de una forma, en otra época quizá no imaginada, sobre todo en lo
que respecta a la velocidad del desarrollo alcanzado en los últimos años, donde
los avances de un año ya parecen obsoletos al siguiente. Y cómo la desigualdad
en el acceso a dichos instrumentos y competencias a la hora de manejar la
información que los mismos proporcionan han abierto sendas brechas digitales.
Cabe señalar que todo avance
acarrea efectos positivos para la sociedad, pero a la vez, produce unos efectos
no deseados, nos referimos a la denominada “brecha digital”. Aunque en nuestro
contexto más cercano percibamos que el acceso a estas tecnologías está al
alcance de toda la población, la realidad no es esa, aunque en algunas
sociedades el abaratamiento de las mismas ha multiplicado el acceso, en otras
no sucede lo mismo. Existen situaciones socioeconómicas que impiden que todos
podamos disponer de este tipo de recursos.
No obstante, la autora,
identifica otra nueva “brecha digital” y señala: “El entorno digital es un instrumento muy potente en el acceso a la
información pero, por sí mismo, no incrementa las posibilidades de construcción
del conocimiento y desarrollo humano”.[1]
Esta nueva brecha digital
está vinculada a las diferencias individuales, relacionadas con las capacidades
necesarias para aprovechar las ventajas de los entornos digitales, en la
construcción de un conocimiento válido.
El artículo distingue entre
sociedad del conocimiento, en la que sus miembros tienen capacidades y
competencias para ser miembros activos en la construcción de la sociedad del
conocimiento, y la sociedad de la información, es decir, las posibilidades de
difundir la información que ofrece el entorno digital. La construcción de
conocimiento está ligada a la dotación de significado que se da a la
información que recibimos; atribuimos significados mediante las experiencias
compartidas en el mundo real. Para desarrollar el conocimiento debemos ser
capaces, no sólo, de asignar objetos y hechos percibidos orgánicamente,
sino de representar intelectualmente
objetos o sucesos que no percibimos directamente por nuestros sentidos, lo que
implica haber desarrollado un determinado grado de abstracción.
Un elemento fundamental a la
hora de asignar significados es el contexto en que se produce una información,
por ejemplo: cuando etiquetamos “aguja”, nos podemos referir a una aguja para
coser, a la aguja del reloj, aguja para suturar una herida, aguja de acupuntura
etc. La capacidad para dar el significado más exacto a las etiquetas
lingüísticas, está relacionada con la
capacidad que cada uno tenga de utilizar
la información que da el contexto, para establecer el grado de validez
concedido al significado atribuido.
Las experiencias
individuales aumentan las posibilidades de diversificar el conjunto de
significados que se pueden utilizar, y esta variedad permite diferenciar
distintos contextos en que se construye y comparten significados socialmente.
Centrándonos un poco más en
la construcción de significado en el entorno digital, y tal como hemos dicho
anteriormente, será fundamental establecer el contexto disciplinar en el que
aparece dicho entorno; se trata de un contexto informático que se diferencia de
los contextos humanos, en los procesos de asignación de significados. Los
humanos actualizamos la información a través de la experiencia de percepción
del contexto, que es el que nos proporciona las posibilidades de atribuir
significados; en cambio los sistemas informáticos poseen un modelo programado
previamente, el cual determina qué tratamiento ha de tener la información y la
asignación de significados. Distinguir entre el tratamiento de la información
en un contexto u otro, permite comprender el valor relativo de las
informaciones a las que se accede en el entorno digital.
Dentro de este entorno
digital se hace uso de dos términos que se pueden conceptuar de forma
diferente, Indagar y buscar. El primero, en tanto lo utilizamos para
buscar información significativa que nos resuelve una duda, además de
dirigirnos a un objetivo concreto, afirmamos que se trata de
una actividad de pensamiento racional; pensamiento racional al que se refiere
Dewey en el capítulo 1 ¿Qué es pensar?, que gira en torno a los diferentes
significados del pensamiento. En cambio cuando hablamos de buscar, no siempre
está orientado por un proceso racional de investigar, no existe un objetivo
concreto.
Podemos concluir diciendo
que, la masiva difusión de herramientas en que se basa la sociedad de la
información, producida por el abaratamiento de costes sobre las mismas, no
significa que estemos en la sociedad del conocimiento per se. Lo que realmente
constituiría una verdadera sociedad del conocimiento, sería la
capacitación individual que permita a
los usuarios, utilizar competencias intelectuales que, a su vez, admitan
asignar significados a las informaciones a las que acceden.
Es imprescindible poseer
habilidades para manejar las herramientas básicas del entorno y capacidades
intelectuales para utilizar el conocimiento previo como instrumento de
indagación y valoración de las informaciones a que se puede acceder.
Como ya señalamos al
principio de este análisis, la velocidad de evolución de las tecnologías
digitales, no van a la par con el desarrollo de las capacidades individuales de
construcción del conocimiento; por tanto el maremágnum de información al que
podemos acceder, sin capacidad de procesar reflexivamente y críticamente, se
puede convertir en un elemento de manipulación de la conciencia, y en lugar de
contribuir al desarrollo de las sociedades, a través del conocimiento
compartido, puede convertir a los usuarios en meros sujetos pasivos, sin
criterio propio para distinguir entre
informaciones válidas y las que sólo tiene un contenido panfletario o
interesado.
En el ámbito de la educación
urge actuar formulando objetivos que permitan la adquisición de habilidades y
competencias, que permitan a los individuos conocer y comprender el entorno
digital, comprender los procesos que posibilitan la construcción del conocimiento válido y
compartido. La evolución de la especie humana ha sido posible gracias a ese
conocimiento compartido, de qué servirían los descubrimientos científicos si no
se difunden y se comparten, poniéndolos al servicio de la sociedad.
[1] BARROSO JERÉZ, C. (2013): “Sociedad del Conocimiento y entorno
digital”. TESI. VOol.14, número 3, p.p. 61. Rescatado 2 de Marzo de 2014. http://campus.usal.es/
Mª Dolores Darias Padilla
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